lunes, 11 de enero de 2010

LA AVENTURA DE SER MAESTRO Y MI HISTORIA PERSONAL

La aventura de ser maestro y mi historia personal

Por Cuitláhuac García Jiménez

¿Qué relación guarda "El malestar docente" con nuestra historia personal y qué hacemos o podemos hacer para combatirlo?

Me asombra un poco que siendo José Manuel Esteve un profesor español, sus observaciones allá retraten la generalidad de la problemática que enfrentamos algunos profesores mexicanos del nivel medio superior aquí. En efecto, gran número de maestros no contamos con la formación normalista. Es mi caso personal.


Aunque el autor refiere que "nadie nos enseña a ser profesores y tenemos que aprenderlo nosotros mismos por ensayo y error", debemos dimensionar tal afirmación porque no podríamos cometer errores sin tener en cuenta que las consecuencias pueden ser graves; pues estamos, a este nivel educativo, formando personas. En mi manera de concebir la enseñanza, ésta es un arte heurístico que no puede aprenderse sólo teóricamente; sin embargo, sí debe existir una profesionalización académica de la labor docente. La práctica debe entonces ser el complemento sin necesariamente significar esto un ensayo de prueba y error.


Pero si hemos de ver la realidad, así sucede (esta fue mi experiencia inicial): enfrenté a un grupo de alumnos con solo la herramienta de mi propio entender de lo que es la docencia. Fui ciertamente afortunado de iniciarme como maestro en el nivel universitario primero. Ya cuando arribé al nivel medio superior tuve rápidamente que adaptar mi experiencia docente siguiendo los consejos y advertencias de un pedagogo (mis padres son maestros normalistas). También me ví agraciado por otra experiencia que resultó, ahora lo valoro mucho, enriquecedora en la práctica docente: de muy joven debí enseñar a mi hermano menor quien padecía un retraso psicomotriz que le causaba cierta dislexia. Esto me permitió entender la enseñanza desde el lado de alguien que tiene problemas graves de aprendizaje.


He de reconocer que en ocasiones me he enfrentado a grupos muy difíciles (bajo rendimiento, total desinterés, nivel socioeconómico muy bajo, escasos materiales de trabajo y una infraestructura muy pobre) y me he visto limitado en mis recursos pedagógicos. En una ocasión al grado tal que comprobé lo que el texto de Esteves dice ante estos casos "no hay más que una alternativa: o los enganchas en el deseo de saber, o los vas dejando tirados conforme avanzas en tus explicaciones". La segunda opción te lleva a un fracaso ciertamente.


Considero que sí he aprendido de mi propia experiencia magisterial, pero difiero en algunas ideas respecto a lo que Esteves afirma, o con mayor precisión, creo falta complementarlas. Él insiste, al menos así se lee en su ponencia, que "transmitir el sentido de la sabiduría" es el sentido fundamental de la enseñanza para que los alumnos logren "entenderse a sí mismos y explicar el mundo que les rodea". En mi parecer no debe quedarse ahí la enseñanza, sino debe también ser un motor de cambio del medio que nos y los rodea.

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